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September 4, 2006

El buen Jardinero

El buen Jardinero

Escrito por Ivy Nevares
conceptos de Keith Raniere

Desde el momento que los invasores arribaron, respiraron nuestro aire, comieron y bebieron, estaban condenados. Fueron aniquilados, destruidos, después de que todas las armas y dispositivos del hombre habían fallado, por las más diminutas criaturas que Dios, en su sabiduría, puso en esta tierra. Por el precio de mil millones de muertes, el hombre se había ganado esta inmunidad, este derecho a sobrevivir entre los infinitos organismos de este planeta. Y ese derecho es nuestro contra todo reto. Porque los hombres ni viven ni mueren en vano.

–del filme "La guerra de los mundos" (2005)
(guión cinematográfico de Josh Friedman y David Koepp)

Hay algo extrañamente perturbador acerca de la última adaptación al cine de la novela de H.G. Wells La guerra de los mundos (1898). Quizás tenga que ver con un sentido de impotencia, una pérdida total de control: imagine la Tierra de pronto devastada por extraterrestres. La invasión es imprevista sin causa o razón aparente, los ataques son desastrosos e impredecibles, y la respuesta y medios de defensa humanos inadecuados en yuxtaposición a los del agresor. Aún cuando se acerca el tiempo de la resolución, la humanidad es un observador al igual que durante el ataque inicial: el medio para nuestra salvación no es de manera alguna producto directo del ingenio humano... ¿o sí?

Viendo la película o leyendo la novela, puede Ud. también llegar a una conclusión similar: el medio para finalmente vencer a la invasión está más allá de los confines humanos. Sin embargo, ¿podría el diminuto organismo vencer al ejército invasor sin la existencia de la humanidad? Si los humanos jamás hubieran habitado este planeta, ¿existiría de la misma forma ese organismo? ¿O existiría del todo?

Para examinar más este punto, reflexione simplemente sobre las siguientes cuestiones: si uno de sus padres jamás hubiera existido, ¿se vería Ud. igual, sería igual y tendría las mismas experiencias? Y si Ud. jamás hubiera existido, ¿sus padres se verían iguales, serían iguales y tendrían las mismas experiencias?
Si examinamos a la Tierra como un sistema, eventualmente encontramos que todos los elementos en ella se interconectan y afectan mutuamente. Dado este principio de interconexión, ¿es posible para cualquier elemento existir exactamente como lo hace ahora si otro elemento del sistema cambiara o fuera eliminado? Similarmente, ¿pudiera cualquiera de los otros elementos existir exactamente como lo hace ahora si el elemento en cuestión fuera diferente o ya no existiera? Por ejemplo, si toda el agua de la Tierra fuera reemplazada por otra sustancia o retirada por completo, ¿habría algún sistema en el planeta que no se viera afectado?

Considere a la penicilina, el antibiótico más utilizado hasta hoy. Inicialmente, la penicilina fue aclamada una droga milagrosa, ya que permitía el tratamiento de infecciones antes incurables. Tan sólo cuatro años después de que la penicilina tuviera amplia disponibilidad, fueron observados casos de resistencia a los antibióticos. Conforme los microbios empezaron a resistir la penicilina, los investigadores médicos respondieron introduciendo variaciones naturales y sintéticas del antibiótico, al igual que otros substitutos químicos. En consecuencia, más y más microbios empezaron a resistir los nuevos tratamientos. Hace algunos meses, el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos reportó que más del 70% de las bacterias que causan infecciones en los hospitales son resistentes a por lo menos uno de los antibióticos más comúnmente usados para tratarlas. Aunque hoy algunas dosis de antibióticos pueden ser hasta 100 veces más fuertes, muchas personas temen que ya casi hemos agotado la mayoría de nuestras opciones.

Los efectos de la penicilina no sólo se limitan a organismos directamente expuestos al antibiótico. Al contrario, los organismos resistentes a la penicilina afectan naturalmente a otros organismos, aparentemente sin relación alguna, con los que interactúan. Por lo tanto, en La guerra de los mundos es posible pensar que el organismo responsable de salvar a la humanidad fue afectado directa o indirectamente por una intervención o descubrimiento humano como la penicilina.

Entre la violencia y la inminente amenaza de aniquilación humana, la obra de ciencia ficción de H.G. Wells presenta un punto de vista optimista de la relación entre los humanos, nuestros avances tecnológicos y el ambiente en el que existimos. Como Wells destaca, hemos coexistido con una multitud de organismos por muchos, muchos años; ganándonos cada uno, mediante nuestra supervivencia, el derecho a existir. Hemos crecido y evolucionado con todos los demás elementos en nuestro sistema y, a su vez, esos elementos han crecido y evolucionado con nosotros. Vistos así, nuestro crecimiento y evolución han sido mutuamente inspiradores.

Pero quizás en esta coexistencia podemos también ganarnos nuestro derecho a morir. Imagine que sí a gotamos todas las posibilidades de tratamiento antibiótico y, en el proceso, damos lugar a bacterias multiresistentes. ¿Están nuestro crecimiento y evolución ultimadamente permitiendo que estos organismos se conviertan en nuestros sucesores evolutivos? ¿O estos organismos nos están simplemente enseñando a ser pensadores orientados a sistemas, y al serlo, nos estamos de hecho ganando nuestro derecho a sobrevivir? ¿Hacia dónde vamos? Ya sea que vivamos o muramos, el resultado dependerá de nuestro aprendizaje.

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Decisiones ecológicas

Cada avance tecnológico trae consigo la posibilidad de grandeza o catástrofe. Por ejemplo, examine el uso de la energía nuclear: en las manos de un líder responsable y humanitario, es una fuente de energía progresista capaz de mejorar la calidad de vida de muchas personas. Sin embargo, la misma tecnología en manos de un misántropo es la más peligrosa de todas las armas. La tecnología es una herramienta y nosotros la portamos. Por lo tanto, nuestras decisiones respecto a la creación, uso y manejo de la tecnología ultimadamente determinan si la posibilidad de grandeza o la de catástrofe será actualizada.

Keith Raniere ha creado un proceso sencillo pero completo de toma de decisiones orientado a sistemas. El proceso utiliza un análisis consciente de los siguientes tres componentes interactivos: la naturaleza y estructura del sistema en sí (lo que es y cómo funciona), las fuerzas impulsoras del sistema (lo que hace y por qué), y el ambiente en el que el sistema existe (lo que el sistema afecta y lo que afecta al sistema). Por ejemplo, si estudio al corazón humano, debo aprender acerca de su anatomía y fisiología (su naturaleza y estructura), su función (lo que hace y lo que lo motiva), y cómo se relaciona con, afecta y es afectado por todos los demás sistemas del cuerpo (ambiente).

El proceso desarrollado por el Sr. Raniere puede ser aplicado al estudio y utilización de cualquier tipo de tecnología, incluyendo la biotecnología. Más específicamente, cualquier decisión que involucre biotecnología debe considerar a la tecnología en sí (naturaleza y estructura), la industria de la cual proviene (lo que hace o su motivación), y el ambiente en el que existe. Una vez que cultivamos un entendimiento más profundo de estos tres componentes y cómo se relacionan, estamos en una posición más ventajosa para tomar decisiones ecológicas con respecto a la biotecnología.

A continuación tenemos una aplicación práctica del proceso de toma de decisiones orientado a sistemas del Sr. Raniere. (Es importante notar que el proceso no se desarrolla de manera lineal donde A es seguido por B, que es seguido por C, y así sucesivamente. Cada componente individual puede requerir atención especial y, conforme aprendemos de él, el aprendizaje transformará la manera en que vemos a los demás componentes.) Para los fines de este estudio, utilizaremos una aplicación hipotética de un agente biotecnológico ambiental, "atopina".

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Aplicando el proceso

Como científico, Ud. está llevando a cabo un estudio sobre la atopina. ¿Por dónde empezar? Quizás lo más adecuado es definir y entender lo que es la atopina y cómo funciona. Esta parte del proceso, definir el sistema y cómo funciona, es algo físico y mensurable que puede literalmente llevarse a cabo en un laboratorio. En este caso, supongamos que Ud. determina que la atopina es una bacteria que ha sido modificada genéticamente para acelerar los ciclos de carbón y nitrógeno de la tierra, haciendo a las plantas circundantes inusualmente resistentes a diferentes formas de contaminación ambiental.

Conforme empieza usted a entender la estructura y funcionamiento de la ato-pina, naturalmente empieza a determinar lo que la atopina hace. Mientras que la estructura de una cosa o acción es fácilmente mensurable, determinar la motivación detrás de la acción puede requerir mayor consideración. Esta dis-tinción puede compararse con determi-nar la estructura de una acción "colérica" versus determinar la motivación detrás de la acción. Para determinar lo que se hace en un acto se requiere de tiempo, reflexión e hipótesis; es como determinar la intención subyacente de la acción. (Ultimadamente, puede haber diferentes motivaciones posibles detrás de una acción colérica; con el paso del tiempo y la observación podemos más claramente determinar cuál de esas motivaciones es la más acertada).

La estructura y la motivación llegan a conformar un sistema en el cual la estructura determina a la motivación y la motivación determina a la estructura. En este ejemplo, la tecnología determina a la industria y la industria determina a la tecnología. Usted, el científico, puede inicialmente autorizar el uso de la atopina para pruebas en cultivos comerciales. Conforme prueba el agente, puede descubrir que todavía es posible hacer modificaciones para mejorar su desempeño. Una vez que hace los ajustes iniciales (supongamos que compensó excesivamente y ahora la atopina está retrasando el crecimiento de los cultivos), la industria le provee de invaluable retroalimentación para modificar la estructura de la tecnología.

La tercera parte de este proceso de toma de decisiones no es la última; por el contrario, está presente a través de todo el proceso. Aquí Ud. evalúa qué efectos ha tenido la atopina en el ambiente (ya sea que "el ambiente" se refiera a la madre naturaleza o cualquier otro tipo de entorno), y qué efectos ha tenido el ambiente en la atopina. Esta evaluación es importante para reconocer las tendencias naturales de producción y consumo (el vaivén) del ambiente. Puede ser más "holístico" utilizar los elementos ya existentes en un sistema en vez de tratar de imponer esos mismos elementos en otro sistema. Por ejemplo, supongamos que la atopina está ahora autorizada para su uso comercial y Ud. ha determinado que la bacteria prospera mejor en tierra altamente orgánica. Si un colega suyo está por iniciar un negocio agrícola usando atopina y tiene la opción de trabajar con tierra altamente orgánica o de otro tipo, ¿cuál le recomendaría? Es probablemente más ecológico para su colega adquirir la propiedad donde la tierra óptima ya existe, ya que modificar el otro tipo de tierra puede más fácilmente crear desequilibrio en el sistema.

A veces los vaivenes naturales del ambiente no podrán ser usados de la manera más ventajosa; a veces será necesario imponerse a un sistema. Cuando ha determinado claramente que debe imponerse a un sistema, su siguiente pregunta se vuelve, "dada la imposición, ¿cuáles son las ramificaciones?" Idealmente, una industria (aquello que produce) no se impone sobre su ambiente; es óptimo que una industria se desarrolle a partir de tendencias ya existentes en el ambiente, similar a la labor de un buen jardinero.

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Jardín consciente

Con nuestro intelecto, podemos guiar a la biotecnología a través de un proceso teórico en el que nos convertimos en el árbitro último, cultivando y diseñando a la medida la herramienta para cumplir nuestro objetivo. Esta habilidad, aunque común para nosotros, parece ser única de nuestra especia (p. ej. un castor no pasa las tardes desarrollando planos ingenieriles para construir el dique más durable posible para las generaciones de castores por venir). Para nosotros, el ambiente es la tierra, la industria es arar la tierra, la biotecnología es la palanca, la herramienta que nos permite arar, para bien o para mal.

Conforme manifestamos ideas en acciones, cultivamos a esta Tierra. Vemos lo que es posible y buscamos darle forma. De manera similar a la penicilina o la atopina, moldeamos nuestra biotecnología, nuestros propios utensilios del diseñador. La Tierra y sus organismos se desarrollan bajo nuestra mano, adaptándose, diversificándose, muriendo y volviendo a crecer. Pero conforme cultivamos a la Tierra, la Tierra nos cultiva; conforme la Tierra se adapta a nosotros, nosotros también nos adaptamos a la Tierra. Como todo organismo, también buscamos sobrevivir, adaptándonos, diversificándonos, muriendo y volviendo a crecer. Como los más diminutos seres, nosotros también somos la biotecnología de la Tierra.

Y en nuestro papel de jardineros, siendo quienes manejamos la biotecnología, podemos inspirar crecimiento y nutrirnos de él. Pero para hacer esto debemos de ser verdaderos jardineros. Un verdadero jardinero no es un objeto reactivo e inanimado; no planta cosas simplemente porque caen al suelo. Un verdadero jardinero utiliza una visión; planta para el futuro, visualizando un jardín construido en su mente. Ningún animal planea como nosotros. Por ejemplo, un abejorro viaja de una flor a la siguiente recolectando polen para producir miel y otros productos. Aunque el abejorro desempeña un papel crucial en la polinización cruzada de las plantas, el pequeño ser no se detiene en su camino para ponderar las formas en las que puede ayudar a todos los abejorros a ser mejores o a desarrollar métodos para multiplicar su producción por diez. El abejorro, impulsado por el instinto, simplemente se mueve de un momento al siguiente de la misma forma reactiva.

Nosotros somos jardineros a un nivel diferente: vemos jardines donde antes no había jardines. Vemos jardines para un propósito que no es inmediato o aparente; vemos jardines impalpables, magníficos en esplendor y posibilidades sin realizar, sólo esperando su máxima expresión a través de la buena labor de las manos humanas.

Traducido del inglés por Farouk Rojas

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Executive Success Programs, Inc.MR (ESP) ofrece programas de entrenamiento enfocados en crear consistencia en todas las áreas y ayudar a desarrollar las habilidades prácticas, emocionales e intelectuales que la gente necesita para alcanzar su máximo potencial. Todos los programas de ESP utilizan una tecnología punta con patente en trámite llamada Cuestionamiento Racional MR, una ciencia basada en la creencia que entre más consistentes sean las creencias y patrones de conducta de un individuo, más exitoso será en todo lo que haga. El Cuestionamiento RacionalMR permite a las personas volver a examinar e incorporar percepciones que pueden ser la base de limitaciones autoimpuestas.

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